Este azar queda totalmente vinculado con las obras de Feito, en sus cuadros que sin importar su tamaño, se desarrollan una serie de planteamientos plásticos que nada ç tiene que ver con un arte pensado ni meditado. Bien es cierto, que la meditación si forma parte de la filosofía personal de este artista, muy vinculado con el arte japonés, en el color, en ese grueso trazo monocromático, incluso en su firma, siendo la misma un sello, como si de una grafía oriental se tratara.
Sumergidos en su etapa de “pincelada única”, Luis Feito desarrolla un arte sin complejos, llenos de expresiones potentes que desgarran toda la superficie del cuadro, como si de impulsos controlados se tratara, creando composiciones llenas de tensiones desgarradoras. En estas obras utiliza un solo color, el rojo bermellón, un color que por sí mismo lo dice todo. Para Feito el color es muy importante, como también lo ha sido a lo largo de toda su carrera la técnica y la utilización de los materiales. La materia, como para todos los informalistas, es parte imprescindible en la obra, para ello se emplean diferentes materiales mezclados con el óleo, a modo de collage. En estas obras el collage es muy elegante pues se reduce a una simple yuxtaposición de un papel circular, recordándonos nuevamente la cosmogonía oriental, viendo en el círculo un símbolo de lo absoluto.
Las obras que se muestran en la exposición pertenecen a un legado artístico español, reflejan no solo la maestría de un genio del color y sino además, atestiguan una época en la que el arte estaba sumergido en un ostracismo de difícil desenlace. Gracias a artistas de la talla de Luis Feito, y junto a él, a todos los de su generación, el arte hoy es lo que es, teniendo una fuerte repercusión en los mercados internacionales. GACMA, a través de la obra de Luis Feito y una cuidada selección de obras de este genial artista, nos transfiere una exclusiva espiritualidad, gozando, porqué no, de lo sublime.
Este azar queda totalmente vinculado con las obras de Feito, en sus cuadros que sin importar su tamaño, se desarrollan una serie de planteamientos plásticos que nada ç tiene que ver con un arte pensado ni meditado. Bien es cierto, que la meditación si forma parte de la filosofía personal de este artista, muy vinculado con el arte japonés, en el color, en ese grueso trazo monocromático, incluso en su firma, siendo la misma un sello, como si de una grafía oriental se tratara.
Sumergidos en su etapa de “pincelada única”, Luis Feito desarrolla un arte sin complejos, llenos de expresiones potentes que desgarran toda la superficie del cuadro, como si de impulsos controlados se tratara, creando composiciones llenas de tensiones desgarradoras. En estas obras utiliza un solo color, el rojo bermellón, un color que por sí mismo lo dice todo. Para Feito el color es muy importante, como también lo ha sido a lo largo de toda su carrera la técnica y la utilización de los materiales. La materia, como para todos los informalistas, es parte imprescindible en la obra, para ello se emplean diferentes materiales mezclados con el óleo, a modo de collage. En estas obras el collage es muy elegante pues se reduce a una simple yuxtaposición de un papel circular, recordándonos nuevamente la cosmogonía oriental, viendo en el círculo un símbolo de lo absoluto.
Las obras que se muestran en la exposición pertenecen a un legado artístico español, reflejan no solo la maestría de un genio del color y sino además, atestiguan una época en la que el arte estaba sumergido en un ostracismo de difícil desenlace. Gracias a artistas de la talla de Luis Feito, y junto a él, a todos los de su generación, el arte hoy es lo que es, teniendo una fuerte repercusión en los mercados internacionales. GACMA, a través de la obra de Luis Feito y una cuidada selección de obras de este genial artista, nos transfiere una exclusiva espiritualidad, gozando, porqué no, de lo sublime.